Le pide calentarse al fuego y cuando al vagabundo le empiezan a rugir las tripas le dice que no le va a dar comida. El vagabundo le muestra un clavo y le dice que con él es capaz de hacer la mejor sopa del mundo. La ancianita no lo cree y poco a poco, sin percatarse de que está compartiendo con el vagabundo sus alimentos, obtienen la mejor sopa.
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